La sencillez del cubo de Rubik hace de este rompecabezas un elemento mecánico de compleja solución pero fácil manejo, convirtiéndose en un juguete universal, al tratarse de un puzle donde se tiene que colocar los diferentes colores por orden en cada una de las caras del paralelogramo.
La solución única se alcanza al dar con alguna de las múltiples combinaciones que de forma inteligente se tienen que componer, poniendo a prueba la destreza del jugador que tiene que culminar con el desafío.
Desafío donde es necesario la pericia y la persistencia, cualidades necesarias para desarrollar de forma ingeniosa un método de raciocinio, importante para adquirir nuevas estrategias en el aprendizaje. Convirtiéndose en un elemento pedagógico.