Las aptitudes y algunos factores personales que influyen en el rendimiento y el fracaso escolar, no son innatos a la persona, sino que son susceptibles de desarrollarse en la escuela, en la familia y a través del entorno.
La educación permite, avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad, sean éstas por razón de nacimiento, raza, sexo o aparezcan continuamente con la dinámica de la sociedad.
La participación, de los padres en la vida de los centros es baja, pero tiene una clara correlación con el rendimiento escolar, pues este aumenta en relación directa al aumento de la participación de los padres.
El clima y organización familiar, la mayor o menor importancia que damos a los temas culturales y saludables, el espacio que les proporcionamos para el estudio, cómo orientamos para el estudio, cómo orientamos las horas de descanso, la alimentación y el uso del tiempo libre, los conceptos positivos o negativos hacia el profesorado y la escuela, además de nuestro concepto de sociedad y sus valores.
La comunicación entre los padres y profesores, profesores alumnos, alumnos padres debe de ser fluida y continua, con el objeto de mejorar el sistema educativo. También es necesario un buen ambiente en clase, dialogante y participativo, así como tutorías para solucionar y ver las inquietudes del alumno o detectar problemas en el aprendizaje. Por eso son muy importante las asociaciones de padres que son los que velan por los derechos de los menores, para que se de un sistema educativo de calidad, apoyando al profesorado e incentivando al personal docente a mejorar y aportando iniciativas para el desarrollo social de la enseñanza.