Todavía algunas localidades utilizan agua a presión para limpiar sus calles cuando su utilización es ineficaz, despilfarro de los recursos hídricos cuando en muchas ciudades existe un uso restrictivo de este bien público para servicios básicos, deja patente la contradicción por un lado se lucha contra el cambio climático pero a la vez se derrocha los recursos naturales.
El agua no limpia la suciedad del pavimento sino que lo arrastra de un lugar a otro, también quita el yeso de las baldosas, arrancando la protección de las juntas permitiéndole así penetrar por debajo y despegarlas del suelo.
Al malgastar el agua se es insolidario con los lugares que necesitan este bien esencial para su desarrollo social y económico, por lo tanto es de imperiosa necesidad arrancar estás retrogradas prácticas de nuestras ciudades, ser consecuente con un bien público que se malgasta porque se tiene la falsa creencia de que es infinito.