Las actuaciones de D. Juan Carlos tienen el objetivo de evitar un cambio en el "statu quo" que pueda alterar la continuidad de la monarquía, secundado por la actuación de los partidos políticos en el poder, pretenden apoyar el actual modelo para no perder la hegemonía política.
El pánico institucional es paliado con la toma de posesión de D. Felipe como Jefe del Estado, acontecimiento que sirve para apaciguar las ideas revolucionarias que apoyan un cambio de modelo, rompiendo así la tendencia negativa de la monarquía que vive un periodo de desprestigio social.
Desprestigio social que surge por los incesantes casos de corrupción que salpican a toda la cúpula política del estado, incluso a la Casa Real, inmersa en escándalos financieros juegan la baza de la sucesión para distraer la atención del gran problema que vive el país y asegurar la continuidad de los Borbones.