Los ordenadores llevan instalado software que controlan por completo los equipos y monitorizan las acciones del usuario, dominio del aparato que hace que a pesar de ser los dueños no se tenga el control completo de sus funciones, teniendo que depender de terceras personas cuando existe alguna incidencia a pesar de que en muchas ocasiones no es necesario.
Entramado de programas ocultos a la vista convierten el ordenador en un terminal de red de la empresa para estudiar al consumidor, acceden a la información personal e invaden su intimidad de forma consentida, desprotegidos por el desconocimiento.