De un problema sanitario puntual derivado del consumo alimentario surge una crisis agroalimentaria que implica al sector frutícola español, dañando las exportaciones con declaraciones precipitadas sin consensuar, fruto del nerviosismo.
La debilidad institucional de la Unión Europea es suplida por la hegemonía de algunos países miembros que utilizan la influencia económica para someter la política comunitaria y a los países miembros, aparentando cohesión en las cuestiones de estado, cuando en realidad es una dictadura parlamentaria.
La actual crisis refleja la falta de cohesión entre los países miembros y las desavenencias entre los dirigentes que utilizan el cargo para arremeter de forma dañina contra el país opositor, sin tener en cuenta las repercusiones económicas para Europa, que se encuentra sometida al descrédito político.