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miércoles, 26 de agosto de 2009

La esencia del cuerpo

Las vísceras abdominales y las torácicas conservan la vida, el cerebro y los nervios nos permiten percibir el mundo y, mediante los miembros, actuar racionalmente sobre él. Pero estas dos centrales de la dinámica humana no podrían subsistir sin una envoltura que las contenga y proteja.

La muerte, en efecto, es la separación del cuerpo y el alma. Con la muerte, uno y otra quedan entregados a lo que por sí mismo son; el cuerpo para corromperse y disolverse en la materia cósmica, el alma para gozar perpetuamente de la bienaventuranza, si al trance de la muerte ha llegado purificada mediante la mortificación del cuerpo y el ejercicio de la filosofía, o para vagar como fantasma entorno a las tumbas, en espera encarnarse de nuevo, si al separarse del cuerpo se hallaba manchada por las pasiones de la corporeidad.

Sólo la idea del cuerpo y el alma, antes apuntada permitiría entender como la elección de lo mejor puede ser causa de las acciones humanas; el doble y complementaria creencia, que el alma de cada hombre existía ante de su concepción y perdura después de su muerte.