Los árboles en el interior son zarandeados con violencia hasta quebrar sus ramas, suelta la maleza seca de las copas, dobla sus troncos hasta casi partirlos.
Los cristales de las casas son puestos al límite de su resistencia, las persianas son sacadas de sus raíles, las tejas despegadas del tejado y los maceteros derribados por la inclemencia del temporal.
La lluvia son dardos que lanza el viento contra los transeúntes, los paraguas cometas arrastrados por el viento, el agua un vil elemento que depura con crueldad el firmamento a la vez que barre las calles; imagen del temporal que deja patente con su fuerza el genio de su carácter.