Cuando a una persona se le da el premio Nobel de la paz se le dota de reconocimiento y por lo tanto se le acercan herramientas, otorgándole voz que de otra forma sería muda para el mundo, visibilidad para realizar grandes cosas por los demás.
El galardonad@ adquiere conciencia de la importancia de dicha mención y actúa en consecuencia, multiplica sus posibilidades para hacer el bien, contagia a los demás de la ilusión de hacer lo correcto.
Todo esto no es beneficioso solamente para el que recibe dicho honor sino también para el organismo que lo ofrece, acción que retroalimenta la capacidad de cambiar las cosas mediante el prestigio, involucrándose y creando la voluntad de hacer las cosas de otro modo.