Al igual que vivir la libertad tiene un coste que es necesario abonar para optar a ciertos privilegios que se sufragan como bienes de consumo, lujos que no son necesarios y son prescindibles, tienen un coste alto inasequible para un elevado número de ciudadanos catalogados como de segunda.
Cultura y ocio son fuentes inagotables de recursos que buscan acercarse al público en general por medio de iniciativas populistas, promovidas con capital privado en muchos casos y colectivos en otros, proporcionan color en una visión monocromática que recorta la libertad por un módico precio.