El cine mudo destacó por sus gesticulaciones y ademanes exagerados que hacían que los personajes fueran muy expresivos, sobreactuación necesaria para que el público pudiera entender la representación, popularizando las comedias sobre otros géneros al parecer más natural los movimientos.
Charles Chaplin tenía un estilo inconfundible que pasaría a la historia por la particularidad del actor al andar y balancear el bastón, complemento que junto con el bombín se convertiría en iconografía de Charlot, seña de identidad que define la personalidad del personaje convirtiéndose en referente universal del cine mudo.
Las películas mudas enfatizan las acciones con el lenguaje corporal y transmiten los sentimientos a través de las gesticulaciones, idioma internacional que las convierte en un recurso cultural sustentando en la universalidad del ser humano, mantiene la esencia a pesar del transcurrir del tiempo.