Muchas personas dicen que se sienten más tristes al final del otoño y del invierno, y atribuyen esta tendencia al acortamiento de las horas de luz natural y a las temperaturas más frías. Sin embargo, otras desarrollan una tristeza más intensa, que se conoce como trastorno afectivo estacional y que es un tipo de depresión. El trastorno afectivo estacional está caracterizado por episodios repetidos de depresión que suelen empezar en octubre o noviembre y finalizan en febrero o marzo.
Los síntomas incluyen letargia, disminución del interés por las actividades habituales, retraimiento, exceso de sueño y sobrealimentación. En la primavera, los síntomas se resuelven progresivamente. Sin embargo, en algunas personas con trastorno afectivo estacional, con la llegada de la primavera, puede producirse un giro rápido a síntomas que son casi la situación opuesta de aquellos experimentados durante el invierno, como un aumento de la energía vital y de la implicación en actividades, disminución de la necesidad de sueño y reducción del apetito.
La fototerapia es el tratamiento más eficaz para el trastorno afectivo estacional.