A vivir no se enseña se aprende con el ejercicio continuo de ensayo y error en un mundo cada vez más complejo donde los seres humanos son como moscas que chocan constantemente contra el cristal de las equivocaciones, errores que enseñan a encauzar la vida hacia un objetivo que no todo el mundo tiene claro, llevados por decisiones que dictaminan cual es el rumbo a seguir.
Decisiones que aunque equivocadas llevan a la persona a descubrirse así misma y mirar en el espejo de la conciencia para ver el propio interior, oculto por los miedos y la negación, sale a relucir cuando se toca fondo para enseñar con duras lecciones quién es en realidad.
Camino que todo ser humano tiene que andar para encontrar el perdón, exculpación que alcanza la persona sin recurrir a subterfugios que le hagan encontrarse mejor consigo mismo, buscando en los demás la aprobación de los propios actos cuando es la propia persona que sabe como enmendarse de las faltas cometidas.