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miércoles, 18 de junio de 2014

7.35 de la madrugada

Empieza el día con un leve rayo de sol que se cuela ladrón por la rendija de la persiana, tímidamente ilumina la estancia, aunque el cansancio y la monotonía de la rutina no dejan apreciar el milagro.

Todos los días de forma sistemática se repiten las mismas pautas, costumbres reconfortantes que no dejan paso a la improvisación, marcan la tendencia apasionante de cada mañana y reinicia el bucle que se repite a diario.

Como en la película “El día de la marmota” siempre coincidimos con las personas en los mismos lugares, hablamos de las mismas trivialidades y por supuesto tenemos los mismos gestos aburridos, lo único que cambia es la fecha.

Reconforta poder controlar el microcosmos en el que habitamos, conocedores de la sucesión de los hechos, nada escapa a la continuidad gratificante del confort. Todo sigue igual, son las 7.35 de la mañana y algo está a punto de ocurrir… en el café donde todos los días vas a desayunar.