Traen a la memoria recuerdos dulces los juegos tradicionales creados a partir de sencillos materiales como el papel que se colorean para jugar con otros niños, fabricados de forma artesanal se convierten en algo más que en un juguete, manualidades que tienen una breve utilidad pero que dejan una profunda huella.
Los colores al igual que la alegría forma parte de los juegos y son el motor que impulsa la imaginación en un mundo lleno de fantasía donde la creatividad se manifiesta a través de las manualidades, sencillas formas y diversidad de colorido se convierten en la herramienta que un niño utiliza para pintar la felicidad, desbordada energía manifestada en todas las actividades que realiza.
El Comecocos es uno de esos juguetes que se obtiene a través del doblado correcto de un cuadrado de papel y después se pinta para esconder tras la diversidad de color adjetivos que describirán a sus amigos, elegidos por medio de un número será el azar el compañero de juego quién mostrará la palabra oculta tras el color seleccionado, escritas por el autor que intentará sorprender a sus compañeros con sagaces vocablos.